He muerto, ¿qué sigue?

¿Por qué creemos que después de morir vamos a algún lugar? ¿De dónde sacamos que en la vida hay un después de la muerte? Si la muerte es el final, después del final no hay nada. Pensar que algo sigue, es pensar que nuestra vida no hubiera terminado. Que vino la muerte a ponerle fin, como si la muerte fuera algo exterior que viniera y dijera: “hasta acá”. ¿Quién o qué nos creemos? Como si la muerte interrumpiera la vida. No, la muerte no viene a interrumpir nada. En todo caso podemos discutir, el “morir antes de tiempo”, pero, siempre morimos antes de tiempo. ¿Por qué? ¿Por qué así?

Hay una idea muy firme que se empieza a desarrollar en el pensamiento filosófico y en el religioso. Tiene que ver con que pensemos que hay algo más, nuestro acceso a ese lugar y tiempo, que es otro y que se cree hay cierta perfección, hacia un “mejor lugar”. En general, todos nos imaginamos la muerte desde el sufrimiento que es el dejar de vivir, pero, los que creen que hay algo más, lo piensan como un lugar mejor que este, más perfecto.

Lo que introduce esta tradición es la meritocracia. Es decir, hay que merecer la trascendencia. ¿Cómo merecemos la trascendencia? Siendo una persona “de bien”. ¿Quién define lo que es una persona “de bien”? Los que definen todo, los que “administran” la puerta del cielo. El que cree, cree que “ser una persona de bien” viene desde el juicio de los de “arriba”. Pero, los que cuestionamos la existencia del más allá, decimos que hay una decisión humana que se aprovecha de la situación y establece una ética bastante dominante, de normas del individuo en función de ese mérito para llegar “al otro mundo”. De alguna forma el miedo a la muerte define un estilo de vida. De acuerdo a las diferentes formas que tenemos de pensar de lo que hay después. Hay diferentes maneras de entender que de qué es la trascendencia o de qué hay después de la muerte, de, ¿qué es la muerte? En lo que más impacta, es en todas las decisiones que tomamos en la vida. Entonces, a lo que le decimos una “vida moral” con determinado tipo de ética, parece tener que ver con eso.

Hay que poder hablar de la muerte sabiendo que todo lo que sabemos de la muerte está contaminado por la vida. La muerte parecería una vida mejor, un lugar donde no se padece… Pitágoras tiene una de las teorías más interesantes, la reencarnación. La idea de que el ser humano está compuesto por lo menos por dos elementos, de los cuales uno muere y el otro trasciende. Los primeros filósofos resuelven el problema de la muerte generando una incisión interior en el ser humano, que no es natural, el cuerpo y el alma…

Vale la pena comenzar a hablar sobre dos pensamientos que nos pueden ayudar a reflexionar esto y son: el dualismo; somos cuerpo y alma y la muerte es la separación de estos dos. Y el monismo; La muerte es el fin de nuestro cuerpo y no hay nada más allá. El dualismo dice que el cuerpo es el que muere, pero nuestra alma permanece. Es decir, sobrevivimos a nuestra muerte. Pero en realidad, ¿podemos sobrevivir a la muerte? ¿Esto puede ser posible si morir es el fin de la vida? ¿Podemos estar vivos después de morir? Si quedamos que la muerte es el fin de la vida, no podemos estar vivos después de dejar de estarlo. Podríamos preguntar entonces ¿puedo vivir después de que dejé de vivir? Para que el argumento dualista tenga algún sentido, la pregunta tendría que ser formulada de la siguiente manera ¿Podría existir después de mi muerte?

René Descartes hizo el argumento Cartesiano. Supongamos que me despierto esta mañana en mi cuarto, escucho el sonido de mi alarma, abro los ojos y veo mi cama, la puerta del baño. Me levanto de mi cama, voy al baño para lavarme los dientes y me miro en el espejo, pero no veo nada. Normalmente veo mi cabeza, mi torso, mis manos. En donde antes veía mi cuerpo ahora no veo nada, solo la pared reflejada. Intento tocarme la cabeza, pero tampoco está ahí, intento verme las manos, pero no existen. No tengo ninguna sensación en donde solía estar mi cuerpo. Con esta historia se llega a la conclusión que el cuerpo y el alma (o la mente) son dos cosas distintas. Acabamos de imaginarnos que nuestro cuerpo no existe, pero nosotros sí. ¿Cómo es esto posible aún en la imaginación?

El cuerpo y alma, son el dúo más famoso, en realidad surge de una necesidad de querer resolver la cuestión de la muerte. El invento del alma es increíble, porque siempre le vas a encontrar una justificación a todo cuestionamiento: Si no la veo, es porque es incorpóreo. Si es incorpórea, ¿cómo está dentro del cuerpo? ¿por qué no se va? Porque depende de la vida que tienes, está presa, el cuerpo es la cárcel del alma. No pueden ser vistos como un par porque al separarlos el par se destruye y, por lo tanto, nos destruimos a nosotros. Entonces el alma es algo independiente del cuerpo, tú eres tu alma, no eres tu cuerpo. Tu cuerpo es una extensión tuya, así como una funda para el celular es una extensión del celular. Un celular con funda sigue siendo un celular, pero una funda sin celular no es un celular. Si decimos que somos un par inseparable, podemos pensar que, al quitarte una pierna, tú sigues estando en la pierna, pero estás en el resto del cuerpo igual. ¿Qué pasaría con un trasplante de corazón? ¿Si tu corazón no es tuyo, pero está dentro de tu cuerpo, entonces quién eres? De nuevo, el cuerpo es una extensión del alma y para poder pensar que existimos después de la muerte debemos de decir que sólo es el cuerpo el que muere. Hay tantas preguntas que el dualismo genera, ¿en dónde se encuentra el alma? ¿está dentro de nosotros o no es espacial? Si sobrevive el alma ¿cuánto tiempo sobrevive y en dónde? Sin embargo, aún con estas suposiciones, nada garantiza que podamos existir después de nuestra muerte.

Pitágoras creía que teníamos que desprender el alma del cuerpo. Pero, ¿cómo desprendes el alma del cuerpo? El alma es racionalidad, despego el alma del cuerpo si no me dedico a ninguno de los placeres y actividades mundanos corporales y me dedico las 24 horas del día a actividades puramente mentales, por ejemplo; estudiar matemática. Si estoy todo el tiempo concentrado en lo real voy a concentrar el alma en sí misma, entonces cuando el cuerpo muere el alma está preparada para desprenderse. De otra manera, las almas que están relacionadas con el cuerpo, no trasmigran.

La otra alternativa es la monista, esta es más sencilla pues solo dice que existe algo básico y ese algo es el cuerpo. Una persona es solo el cuerpo. Esto tampoco se puede simplificar demasiado porque si decimos que una persona es solo cuerpo ¿qué pasa cuando el cuerpo deja de funcionar por sí mismo? Un cadáver no es lo mismo que una persona, un cadáver en algún punto fue una persona, sin embargo, el cuerpo sigue ahí. Entonces, para poder entender esta postura se tiene que llegar a otro punto y es que una persona es un cuerpo que hace cosas de personas; reír, comer, imaginar, etc.

El monismo se divide en tres categorías: Materialista; el ser humano sólo es materia y por tanto no existe la inmortalidad del alma. Idealista; todo lo real es mental, es decir que la realidad consiste en percibir o ser percibido así que no tiene sentido afirmar la independencia del cuerpo puesto que toda es nuestra percepción. Y la neutral; el cuerpo y la mente son dos aspectos de una misma cosa.

Algo que es importante mencionar es que, para los monistas, la mente no está en el cerebro. Podríamos decir que el cerebro es el encargado de hacer que todas las funciones de las personas se lleven a cabo y por lo tanto el cerebro es la mente, pero, si un cadáver tiene cerebro, pero no hace las funciones de una persona, entonces está muerto. La mente ha muerto pero el cerebro sigue ahí. Entonces ¿en dónde está la mente?

Baruch Spinoza rechazaba el argumento cartesiano, pues decía que somos una sola sustancia que es Dios (un Dios no humanizado, sino la naturaleza) y solo conocemos dos atributos, la extensión y el pensamiento. Entonces la persona son estos dos atributos que provienen de un mismo elemento, por lo que el problema de la independencia ya no es necesario. Este es un argumento que se sigue discutiendo, algunos opinan que es válido y otros que no. Este argumento no dice que, porque lo podemos imaginar existe, eso sería como decir: me puedo imaginar un perro con cabeza de león, cola de tigre y con 9 piernas. Claro que lo puedo hacer, pero no significa que exista. Lo que dice este argumento es que, si nos podemos imaginar a nosotros sin cuerpo, es porque tal vez el cuerpo y la mente sean dos cosas distintas. Es una aclaración importante que debemos tener en cuenta.

¿Qué inventó el ser humano para resolver el miedo a la muerte? Inventó la trascendencia, inventó formas de alcanzar esa trascendencia. La idea de que la muerte sea el inicio de “una nueva vida”. La muerte no tiene límites, todos mueren. Puedes ser muy bueno o el más desgraciado del mundo, pero te vas a morir de todas formas.

Para Platón hay una verdadera realidad que no es esta, este mundo es un mundo aparente, esto no es vida. La vida empieza en otro lado y hay que volver a ese otro lado. Por eso hay que “ejercitarse” para la trascendencia. La trascendencia hacia la vida verdadera a la cual nosotros llamamos muerte. Morimos cuando nacemos y cuando morimos, volvemos a la verdadera vida. Pero para volver hay que “ejercitarse”, hay que hacer los deberes para finalmente llegar. Platón lo llama “el mundo de las ideas”, el más allá. Donde no hay cuerpo, no hay materia, cambio, ni tiempo, ni todo eso que degrada. Pero hay que volver y cuando volvemos esas almas vuelven a encarnar en cuerpo de bebé. Cuando el alma vuelve al cuerpo, cruza un río y al cruzarlo el alma se olvida absolutamente de todo lo que ya vivió. Entonces, ¿es la muerte el final?