¿Quién es el autor, la muerte o yo?

El gran tema de la muerte es que la muerte es irreversible, es que no tiene solución, es que, no es un problema. En el sentido mecánico, todos los problemas tienen solución. Pero la muerte es de esas preguntas que no se resuelven. Recordar constantemente que nos vamos a morir es problematizar nuestra existencia y liberarla. ¡Bienvenida la muerte como problema sin solución! Porque no somos máquinas, porque la problematización no necesariamente tiene que tener una solución. Muchas veces nos pasa lo contrario y más ahora. Vivimos en un mundo lleno de certezas y respuestas, de recetas, de instrucciones, hay respuesta para todo. Busca cualquier cosa en una página de internet, en un libro, en una red social. Todo dice: “cómo ser exitoso”, “cómo ser un bueno en la cama”, “cómo ser buen emprendedor”, o lo que sea. Certezas sobran, ¡bienvenida la problematización!

Martin Heidegger, es el principal pensador sobre la muerte. Todo el tiempo habla del tema, hace que nos hagamos conscientes de nuestra finitud. Asumir que nos vamos a morir es liberador, no es angustiante en el mal sentido. Es una angustia que libera. Porque nos hace conscientes de nuestros límites, nos pone los pies en la tierra. Nos hace comprender que, si la vida tiene un final, ¿vale la pena preocuparse tanto por las situaciones cotidianas por las que nos preocupamos a diario?

Arthur Schopenhauer, al igual que Sigmund Freud, pensaban que la muerte sólo puede ser vista como concepto y nada más, pero nosotros al no poder conceptualizar nuestra muerte y lo que hay más allá de ella, empezamos a crear religiones y filosofías. Pensar en la inmortalidad es signo de que no estamos en paz con nuestra inevitable muerte.

A la muerte hay que llegar haciendo filosofía, la filosofía es el mejor ejercicio para la muerte. Es decir, haciendo filosofía, cuando la muerte llega estamos preparados. Preparados en el sentido de que la estuvimos trabajando, hablando y pensando… Nos vamos a angustiar, pero de eso se trata hacer filosofía… La filosofía no resuelve el tema de la muerte en el sentido religioso. Lo que hace es problematizar todo, poner la muerte por todos lados para ver todo lo que se nos permite visualizar como reflexiones que desmitifican el tema de la muerte y nos permitan tener más dudas que antes.

Una de las filosofías más populares en estos días es el estoicismo. Es una filosofía basada en el control que nosotros tenemos sobre las cosas. Lo único que podemos controlar son nuestros pensamientos y acciones ante ciertos eventos, si logramos comprender esto, podemos llegar a alcanzar la felicidad porque no hay nada se salga de nuestro control. Los estoicos tienen una expresión en latín: “memento mori”, que significa recuerda que morirás. Este era un ejercicio que los estoicos se proponían. No era un ejercicio para pensar de forma pesimista, es todo lo contrario este ejercicio nos haría vivir una vida más plena.

Marco Aurelio fue uno de los grandes representantes de la corriente estoica. Era un emperador romano que dejó uno de los libros más famosos llamado; “Meditaciones” y dice:

“Podrías dejar la vida ahora mismo. Deja que eso determine lo que haces, dices y piensas”.

Cuando somos conscientes de que nos vamos a morir y nos angustiamos, en vez de recibir la angustia de buena manera, tratamos de huir de la angustia. ¿Cómo huimos de ella? Haciendo cosas, continuando con “la vida cotidiana”. La cotidianidad, es el gran invento del ser humano para escapar de la muerte. En vez de pensar en la muerte, cocinamos, vemos la tele, tenemos sexo, hacemos cosas. La cotidianidad es una vía de escape y no sirve para nada, porque al final, de todas formas, te mueres. Hay que recuperar la conciencia de finitud. Todos los días, tómate un momento para recordar que te vas a morir. Lo interesante de recordar que nos vamos a morir es huir de esa cotidianidad que nos tiene atrapados.

Séneca, reflexiona sobre todo el tiempo perdido en peleas o enfermedades causadas por descuidos a nuestro cuerpo. Cuando seamos viejos nos pondremos a reflexionar cuánto tiempo habremos vivido, quitando todo el tiempo perdido. Cree que el hombre se da cuenta que posee vida demasiado tarde y esto porque no nos damos cuenta de nuestra finitud. Por lo que nos invita a pensar sobre nuestra finitud desde una temprana edad, una vez que comprendas que puedes morir podrás comenzar a vivir, podrás dejar de desperdiciar el poco tiempo que tienes en tu vida.

La muerte, es algo que angustia bastante, a todo mundo. Créeme, hablar y escribir sobre el tema, reduce la angustia. Uno de los grandes problemas con la muerte es justificarla, porque no la aceptamos, la escondemos, queremos olvidarnos del tema. Cuando escuchamos a alguien hablar de la muerte, lo callamos. Si alguien dice: “te vas a morir”, la reacción es callarlo, decirle que no hable de eso y que no diga esas cosas. ¿Por qué? ¿Crees que esa persona tiene superpoderes? ¿Qué te asusta tanto? Si tú crees que porque alguien dice “te vas a morir”, ¿te vas a morir? ¿Estaríamos en presencia de Dios? ¿Por qué no puedo hablar de la muerte? “Porque la invocas”, me responden. ¿Ah sí? ¿Por qué cuando hablo de cosas buenas no las estoy invocando? ¿Por qué solo cuando hablo de cosas que asustan o no gustan piensan que las invoco? Piensa un poco, qué clase de supersticiones son esas. Ojalá pudiera hablar de algo e invocarlo, ojalá tuviera esos poderes.

Entonces, ¿la muerte es buena o mala? Epicuro piensa que todo lo bueno y lo malo solo son sensaciones y la muerte es la privación del sentir. Por lo tanto, la muerte y nosotros no podemos existir al mismo tiempo y no deberíamos ni de temerla ni de verla como algo malo, es algo que sólo es.

Lucrecio también pensaba que la muerte no es mala para el ser humano, dando un argumento conocido como el “argumento de la simetría” que nos dice que si antes de nacer no existíamos y después de morir dejamos de existir, estaríamos en el mismo estado, entonces es irracional pensar que la muerte es mala. Sin embargo, este argumento no convence a muchas personas porque puedes tal vez no puedes añorar algo que existió antes de ti, pero claro que puedes desear una vida futura que tienes planeada (aunque este futuro no es seguro).

También hay personas que piensan que la muerte es mala, uno de ellos es Thomas Nagel, pero piensa que solo es mala por todo lo que nos puede quitar. Cree que como casi todos los bienes materiales, más vida es mejor que poca vida. Cada filosofía de vida es distinta, no importa si la muerte es buena o mala para ti, pero a veces el saber qué nos espera al morir nos puede ayudar a crear las metas de nuestra vida y realizarnos. Pero piénsalo, ¿estás realizado en tu vida? Sé sincero contigo mismo. Piensa en tus metas, tus objetivos. ¿qué te hace falta para estar realizado?

¿Quién está realizado en la vida? Sinceramente pensamos que todos somos una bola de infelices crónicos. Creemos que la persona que diga que está realizada está mintiendo o se conforma con muy poco. Puedes estar realizado en algunos aspectos de la vida, pero no en la vida. ¿Qué es realizarse? La palabra viene de “existencia verdadera y efectiva”, que se refiere que a lo largo de la vida, vamos alcanzando cada vez más una realidad. Como si viviéramos para algo, como si existiéramos para cumplir un objetivo en la vida. Como si tuviéramos que encontrar un clímax, porque, si ya te realizaste ya tendrías que morir. Imagínate que te realizas, ¿y ahora? ¿qué sigue? Tendrías que desrealizarte para que la vida siga teniendo sentido.

Emil Cioran decía que la mayor parte de la gente vive en automático, que el vivir es algo implícito y que está demás pensarlo. Él reflexionaba constantemente sobre la idea del suicidio porque al hacerlo ponía siempre la vida en primer plano. Nos hace pensar en nuestros sueños y esperanzas y realidades que nos dan seguridad. El veía el suicidio como un pensamiento que tenía que estar en constante aplazamiento. Lo veía como un proyecto de vida. No es natural ponerle fin a tus días antes de haberte realizado, antes de haber demostrado hasta dónde puedes llegar. Por eso creía que los suicidios eran horribles, porque siempre son a destiempo. Cortan un destino en lugar de coronarlo. ¿Por qué no poner fin a tu vida en el momento más favorable de ella? Cuando estás en la cima, solo queda bajar.

Suponemos que la vida tiene un sentido y que nos tenemos que realizar, pero antes de morir, pueden pasar dos cosas: La primera es tomar conciencia de haberte realizado. Pero no mueres tranquilo por haberte realizado, ya que este pensamiento solo dura unos segundos y mueres. A menos que haya algo después de la muerte, este pensamiento es inútil. Por otro lado, puedes tomar conciencia de que hiciste todo mal, que todo lo hiciste al revés. Así es la vida, ya que está formada por toma de decisiones y cuando eliges, normalmente, la cagas. ¿Por qué? Es una cuestión cuantitativa, porque elegimos dentro de un conjunto de millones de posibilidades. Siempre elegimos una de tantas posibilidades que hay, así que la probabilidad de equivocarnos en las decisiones que tomamos es muy alta. Porque siempre que elegimos, estamos pensando en todo lo demás que no elegimos. O sea, en todo lo demás, que literal es todo, el resto, lo que no elegí. Haz el ejercicio de hacer una lista de todo lo que te hubiera gustado hacer que no hiciste, verás que es deprimente. A quién no le hubiera encantado haber tomado otras decisiones, pero la vida pasa, entonces tienes que hacerte al final de la vida una construcción narrativa de lo que fue y lo que pudo haber sido.

Fernando Pessoa, en su libro “El libro del desasosiego” dice;

“¡Ah, no conozco nostalgia más dolorosa que la que me producen las cosas que nunca llegaron a ser!”.

Creía que la vida en sueños también era vivir. Soñar, es admitir que tenemos una necesidad de vivir y entonces sustituimos la vida real por la irreal. Ahí podemos ser lo que queramos, podemos estar con quien queramos. No tenemos que vivir esa angustia de la que hablabas. Si elegimos ser un ingeniero en la vida real, en los sueños podemos ser el mejor cantante de ópera, el mejor deportista del mundo, el mejor artista. Todo eso en el mismo sueño. Sin embargo, al pensar en la muerte aprendió de ella que el sueño no consuela, la vida duele más al despertar.

Hay dos posibilidades, o la vida tiene un sentido o todo está formado al azar. Para algunos todo es aleatorio, esto produce una angustia enorme. Sin embargo, para otros es más liberador, ya que todo pudo haber sido de otra manera. Es tan extraordinario morirse como haber nacido, entonces tiene que ser para algo. Nadie acepta haber llegado a este mundo solo porque sí. A la existencia humana no le es suficiente con el hecho existir y ya, tenemos que convertir la existencia en algo, tenemos que “realizarnos”. Todo es una coincidencia, todo es por azar y eso es insoportable y por eso inventamos historias. No podemos dejar las cosas al azar e inventamos historias relacionadas con la metafísica; “por algo se tuvieron que conocer”, “por algo pasan las cosas”, creamos sentidos ocultos a lo que nos pasa. El peor de los sentidos que terminamos inventando es creer que la muerte viene a cerrar una historia que tuvo sentido. Por eso, solo la podemos escribir muriendo. Por eso, miramos hacia atrás y pensamos que todo esto tuvo que servir para algo, por que, si no, ¿qué?

En realidad, la respuesta es insoportable, porque, así como nadie te preguntó y no tuviste la decisión entre si querías nacer o no, nadie te preguntó si querías vivir y no te van a preguntar si quieres seguir viviendo. Así es esto, la vida, se va… Haya tenido sentido o no. Y eso, eso es lo que más nos cuesta aceptar. Nos cuesta aceptar que la condición humana está estructurada en sus dos extremos por dos hechos absolutamente ilógicos como son la vida y la muerte. Son los dos grandes problemas de la vida; nacer y morir. En medio, está la vida, el sentido que queramos encontrarle. Hacemos cosas; estudiamos, trabajamos, nos enamoramos, nos casamos, tenemos hijos, viajamos, hacemos cosas para que esto tenga sentido, pero si lo piensas, todo es complejo, la muerte genera angustia y entonces, me pregunto, ¿nací para morir?