¿Podemos matar a la muerte?

Todos nosotros hemos leído libros de ciencia que explican el ciclo de la vida y entendemos que el ser humano muere. Otra cosa es el propio morir. Es angustia, pero no se resuelve con un manual de biología. No te importa que todos los seres humanos se mueran. No evita todas las preguntas que surgen. ¿Por qué nací así? ¿Qué tengo que hacer? ¿Qué hago con esta angustia? ¡No quiero morir! Hay que distinguir forma científica de la forma existencial de la muerte. La ciencia es muy buena para explicar la muerte, pero la explica como si fuera algo. El problema no es explicarla, cualquier biólogo puede explicar la muerte de cualquier ser vivo. A nosotros nos angustia nuestra propia muerte, no la muerte como concepto o la muerte de un ser vivo.

¿Por qué estamos hechos para morir? Es ese el dilema entre la versión científica de la muerte y la versión filosófica. La ciencia no hace filosofía. La versión científica es buena, explica qué es un organismo y por qué los organismos terminan su existencia. Pero otra cosa somos nosotros, preguntándonos, siendo conscientes de que nos vamos a morir. Esa pregunta, no tiene respuesta. No es una pregunta hecha para una respuesta, es una pregunta hecha para sufrir. ¿Qué es lo que queremos entonces? ¿La inmortalidad? Una cosa es la inmortalidad y otra cosa es “la vida eterna”. Una cosa es esto que somos, vivos eternamente pero ya siendo lo que somos. Es decir, la creación del ser humano para resolver el problema de la muerte: “ser inmortales”, lo que quiere decir es que esto continúa eternamente.

Por otro lado, una idea que es la que le interesa a la mayoría, entender si después de la vida hay un después. La eternidad ya no pensada como la continuidad infinita de esto que somos, sino pensado como otra cosa, como otro lugar, como otro tiempo, como otra realidad. La inmortalidad desde el punto de vista de la idea conceptual es más fácil de pensar. ¿Qué pasa con la inmortalidad? ¿nos interesa o no nos interesa? Si se te diera la posibilidad de no morir nunca, ¿la aceptarías?

La ciencia puede en algún momento resolver la muerte, parecería que no, pero, ¿quién sabe? He leído algunos artículos científicos, que dicen que no estamos muy lejos de encontrar formas de intervención tecnológica en los cuerpos para que las células no mueran. La nanotecnología es cada vez más avanzada y se están creando nano robots para intervenir en partes del cuerpo. Parece una locura hoy en día, pero apenas hace unas cuantas décadas que existe el internet y antes de eso explicarle a alguien lo que vivimos hoy en día parecería una locura. Creemos que la ciencia y la tecnología van a resolver el tema de la muerte. Como problema en términos de “no querer morir”. Estamos seguros, que en muchos años va a llegar el momento en el que vamos a dejar de morir como hoy morimos. Sin embargo, en ese momento vamos a dejar de ser humanos, vamos a haber evolucionado. Para nosotros la muerte, tiene que ver con lo humano. Pero eso no significa que seamos eternamente mortales, porque no vamos a ser eternamente humanos, porque no nacimos humanos, hemos venido evolucionando.

Seríamos muy omnipotentes para pensar que esta cosa que somos es el final de una etapa evolutiva. Vamos a ir mutando hacia otras cosas y probablemente en estas nuevas mutaciones la tecnología va a tener mucho más que ver. Viene teniendo mucho más que ver ya que en algún momento este cyborg que vamos siendo, esta combinación entre cables y venas, este cuerpo combinado con la tecnología va a alcanzar dejar de morir. Esto viene acompañado de dejar de ser, este género humano que somos. Probablemente los avances en términos de reproducción artificial, con lo que la clonación provee provocará algún tipo de mutación evolutiva a partir de la cual la reproducción de la especie ya no tenga que ver con la naturaleza. En ese esquema, es totalmente pensable que la muerte pueda dejar de existir.

La clonación es otro gran tema, porque una de las disciplinas que mejor trabaja la muerte y todas sus consecuencias es la bioética. La bioética es una de las ramas de la filosofía cuyos cuatro grandes temas son; la clonación, el aborto, la eutanasia y la pena de muerte. Cuatro temas donde la muerte es el eje y la problemática es la ética, ¿debemos o no debemos? ¿Está bien o está mal? Es increíble que sigamos pensando en términos de bien o mal después de ya más de 100 años que Friedrich Nietzsche publicara el libro; “Más allá del bien y del mal”. Por lo menos esos términos tan tradicionales, ya que ha cambiado tanto la ética en el transcurso del tiempo. Entonces, tenemos por un lado la inmortalidad y por otro lado la idea de la vida eterna, la vida en otro lugar… Esto es la vida, la muerte vendría a ser la negación de esto que nos está sucediendo.

Todos tenemos una concepción de la raza humana como si hubiéramos venido al mundo así y como si esto fuera la evolución definitiva y la mejor etapa posible en el desarrollo de la vida. Hay muchas especias mucho más poderosas que nosotros. Una bacteria, un virus, por ejemplo, vive dos segundos y se les quita la vida a muchísimos humanos. Y nosotros, nos sentimos los reyes del mundo. Un virus vive para matarte, ¿cuánto dura un virus? Nada.

En ese esquema de evolución permanente, la naturaleza humana mutará. Cuando dejemos de ser humanos, creo que será cuando se resuelva el tema de la muerte. Cuando preguntas, la mayoría prefiere seguir siendo humano y no evolucionar. Si te dijeran, “tengo una fórmula para dejar de morir, pero dejarías de ser humano”. Seguramente preferirías seguir siendo humano. Somos más devotos, orgullosos y soberbios de lo que somos, que somos capaces de sacrificar la posibilidad de vivir eternamente si eso implica dejar de ser humano y transformarse en otra cosa. Ojalá yo pueda llegar a mutar en otra cosa, me encantaría ser otra cosa que esto. Me frustra que el proceso evolutivo sea tan lento.

Platón dice que el amor tiene como propósito alcanzar la inmortalidad, porque amamos lo que tenemos y el ser humano lo que no tiene es la inmortalidad. Por eso en el amor buscamos la inmortalidad en la reproducción de nuestra especie. Inconscientemente, nos queremos reproducir para dejar un legado, es una manera de no morir para nosotros.

La muerte es la aporía más grande de la vida. La muerte es nuestra única posibilidad de la cual no podemos escapar, y esta nos define como seres mortales. Pero al mismo tiempo es una posibilidad que tal vez jamás vamos a poder experimentar. Creemos que nadie puede tener la verdadera experiencia de haber muerto, aunque todos sabemos que nos vamos a morir. Esto genera una sensación angustiante que se llama inmortalidad. Porque en el fondo todos somos inmortales. ¿Por qué decimos que somos inmortales? Porque nunca nos damos cuenta y nunca nos vamos a dar cuenta de nuestra propia muerte. Yo sé que me voy a morir, pero nunca lo voy a experimentar. El día que me muera, no voy a tener experiencia de nada, voy a ser un cadáver. Voy a tener experiencia previa. Supongamos estoy muriendo ahogado, vivo momentos de angustia y tensión, pero en el momento de ahogarme, hasta ahí llegó mi experiencia. ¿Qué es tener experiencia de nuestra propia muerte? Sabemos que nos vamos a morir porque todos los que están a mi alrededor se mueren, entonces me va a pasar lo mismo que a todos. Y en cuanto a ciencia se refiere, leo que dice “los humanos se mueren”. Pero la experiencia como tal, íntima de mi propia muerte, jamás…

Ninguno de nosotros cree que va a ser inmortal, pero, la experiencia de la propia muerte es imposible. Por eso hay que separar el “morir” de otras definiciones de la muerte. El libro, “Ser y Tiempo” de Martin Heidegger es el que mejor explica esto. Una cosa es morir y otra es perecer. Perecer es un sinónimo de la muerte, pero nadie dice “Juan Pérez pereció”. El verbo perecer está más ligado a organismos vivos que no son conscientes de su propia muerte.

El ser humano es diferente al resto de los seres vivos, porque el ser humano es el único consciente de su propia muerte. Morir como posibilidad más propia, es lo que define al ser humano. Un tercer término sería fallecer. No decimos “estoy por fallecer” o “falleció una vaca”. No tiene que ver con las experiencias propias en relación al miedo de la muerte. Perecer, es más para animales, es el momento en el que acaba su vida. Los organismos vivos tal y como los conocemos nacen y mueren, pero ese morir no es el morir existencial. El ser humano se relaciona con la muerte desde la conciencia, pero conciencia de nuestra propia nunca tenemos. Nosotros siempre creemos que estamos abiertos a nuevas posibilidades y un día morimos, pero de ese día jamás te enteraste.

¿Qué es fallecer? Fallecer es la muerte humana vista como cosa y no como experiencia ontológica, desde el punto de vista científico, no necesariamente desde el punto de vista de la medicina, podría ser también desde el punto de vista del derecho. ¿Qué falleció? Un cuerpo, pero claro, un cuerpo humano porque un cuerpo animal no fallece. Nosotros en realidad al cuerpo humano que fallece, lo tratamos como tratamos a cualquier cuerpo. Sin embargo, hacemos una diferencia porque empatizamos con que ese cuerpo se supone que tuvo en su interior un humano que tuvo experiencia de su propia vida y miedo de su propia muerte. El fallecer viene siendo como una especie de “respeto”. Todo esto es cuestión del uso que le damos al lenguaje.

Cuanto más humanizamos lo animal, más lo dotamos de capacidad de morir y no de perecer. Hay antropomorfización de ese caso, donde se piensa a los animales en términos vinculares. Pero solo con algunas especies, hay cementerios de perros, pero no de arañas o de moscos. A nadie le importa matar un mosco, nadie piensa “pobres mosquitos, los dejé sin comida porque maté a su papá”. Hay un final, todo lo vivo tiene un fin, pero el morir es algo propiamente humano. Y hay en el ser humano una anticipación del morir, que es esta conciencia que tenemos de la muerte. Esa es la diferencia entre morir, fallecer y perecer.

Los discípulos de Epicuro constituyen el lema de “carpe diem”, esta idea de que lo único que vivimos realmente es el momento en el que vivimos porque no sabemos qué puede pasar mañana. Nuestra finitud es la clave para repensar la existencia en la que estamos sostenidos. En cualquier momento todo se termina. Esto no es una idea de historia o trayectoria de la que uno puede tener fe, porque todos sabemos que en promedio vamos a vivir una cantidad de años, pero también es cierto que el final de nuestras vidas puede suceder en cada segundo. Así como cada segundo es un segundo más que se nos dona en la existencia, también cada segundo es la posibilidad de que todo se termine. El tema es cómo pega esa consciencia y para Epicuro es hacer de la existencia un aprovechamiento cotidiano permanente e instantáneo… En fin, el objetivo de todo esto es para que pienses más en tu vida diaria y esperamos que mueras tranquilo…